No estoy seguro si he escrito algo sobre un cuento que me contaron cuando crecía. En modo simple – Siempre estuvimos con la fuente pero decidimos venir a la tierra y se nos envío a cambio de toda la sabiduría en cuanto a la fuente – sobre ella, su existencia, el camino de vuelta etc pero se nos otorgo un cerebro y técnicas para volver a la fuente. Ya se sobre que escribir la próxima vez.
Me encontre con este otro cuento sobre una gota de mar y su camino y origen que se asemeja algo en cuanto al mensaje. –
«En cierta ocasión una ola se estrelló contra las rocas de un acantilado dejando una sola gota de agua sobre ellas. La gotita, al verse fuera del agua, se sintió sola y empezó a llorar. Tan fuerte lloró que una gaviota que volaba cerca se conmovió y descendió para ver qué le sucedía.
-¡No puedo volver al mar! – dijo la gotita
La gaviota, sin saber qué hacer, le preguntó cómo había llegado hasta allí. A lo que la gota respondió que una ola la había lanzado hasta ese lugar.
Extrañada, la gaviota siguió preguntándole:
– Cuando estabas en el mar ¿eras solo una gota? –
La pequeña se quedó pensando hasta que finalmente respondió que no, que cuando estaba dentro del mar, era mar porque estaba hecha de mar.
-Entonces – continuó la gaviota – ¿ya no estás hecha de mar?
-¡Sí! – Insistió la gotita – Pero no estoy en el mar –
-Si dices que estás hecha de mar ¿no está el mar dentro de ti, además de estar también fuera?- insistió la gaviota.
La gotita reflexionó de nuevo y descubrió que, más allá de donde se ubicaba el océano, ella misma era océano pues estaba hecha de él.
Una gran alegría la invadió y al instante dejó de llorar, agradeció a la gaviota su sabiduría y se sentó tranquilamente sobre la roca.
Algo en ella era diferente, ahora no se reconocía como una gota, era un trocito de mar que había salido de paseo por la orilla.
El sol del mediodía se posó sobre su cuerpo y lo evaporó, pero la gotita, que ahora se había convertido en nube, no se olvidó de que en realidad era un trocito de mar que ahora podía pasear por el cielo. Se sintió feliz y dichosa recordando las palabras de la gaviota y no se dejó engañar por los cambios de apariencia.
Hizo un poco de frío y la pequeña nube se condensó convirtiéndose de nuevo en gota que cayó como lluvia en el mar volviendo de nuevo a su origen feliz y contenta, y descubrió cómo el mar, por pura compasión, en ocasiones, sale a pasear para refrescar la orilla, para dar de beber a los seres, para regar los campos o para limpiar las ciudades. Y por muchas tareas que realice, por muchas veces que se evapore y se condense, por muchos lugares adonde viaje, jamás se olvidaría de que el mar estaba en su esencia y de que siempre, al final de su camino, volverá de regreso a Él.»