Todo comenzó con rollos de primavera y destornilladores baratos: así es como China entró por primera vez a nuestros hogares. Si los restaurantes con el signo del dragón nos pusieron en contacto con la cocina asiática, las tiendas que pueblan nuestras ciudades, gracias a los bajos costos y la gran variedad, allanaron el camino para la invasión de productos chinos. Pero en los últimos años, el emprendimiento chino ha adoptado una apariencia diferente, transformando lo que muchos creían que era una colonización en un nuevo recurso para nuestra economía. Hoy, entre el 50 y el 60% de los productos que se exhiben en las tiendas de bazaar están «hechos en Italia» o son distribuidos por empresas italianas de importación y exportación para cumplir con los requisitos de seguridad de la UE.
El boom del mercado indochino ha impulsado el auge de la clase baja a la media y asi sucesivamente, el costo de la mano de obra casi se ha triplicado en los paises asiaticos, mientras que el tipo de cambio euro-yuan ha caído un 20-30%, reduciendo el margen mayorista. Otro factor clave es que al promoverse el movimiento «eco» la calidad de los productos ha aumentado y, como resultado, también sus precios.
Se ha vuelto menos rentable importar joyas, juguetes y ropa al mismo ritmo que a principios de la década de 2000. En la actualidad, muchas cadenas grandes tienen una variedad mixta de productos chinos e italianos, algunas incluso son de origen europeo. Un caso es que cada vez aparecen cadenas de tiendas que optan por productos «whitelabel», donde puedes comprar productos italianos de buena calidad, como zapatos y ropa, a precios competitivos. El truco del comercio ahora se basa en comprar en grandes existencias, por lo que los clientes no encuentran los último modelos al no ser que sea una cadena global que diseña sus productos y compra fuera.
Ahora el modelo de las tiendas estilo bazaar ha alcanzado la saturación y está luchando, también porque la crisis económica ha reducido el poder adquisitivo de la clase media baja en Europa, que son los consumidores de estos productos. En los puntos turísticos de España ya se ha visto el cambio. La oferta de productos son similares en 7 de cada 10 tiendas y al estar en competición entre ellos el precio medio de PVP se va reduciendo. Como al estado le importa solo cotizar de autónomos, no existe alguna regulación que promueva el impulso a la industria local, sino tasas cada vez mas altas para importadores.
Hay quienes han cerrado sus tiendas, quienes han regresado a casa y es todo asi un ciclo que da comienzo a una crisis económica. Locales vacíos por falta de regulación de alquileres, impuestos elevados para contratación de empleados, jornadas laborales controladas que dan que pensar 2 veces si vale la pena trabajar etc.
Los inmigrantes de segunda generación ahora optan por invertir en otros sectores. Esta en auge el abrir restaurantes de cocinas en demanda como la italiana, española etc. Solo hay que dar un paseo por la playa en cualquier zona turistica y ver quienes son los dueños de restaurantes que aparentan ser algo que no lo son.
Obviamente en el modelo actual de economía no se le puede poner pegas a gente que tenga dinero y genere dinero para el país. La diferencia solo surgirá cuando los consumidores sean mas conscientes de lo que compran y de donde proviene. Un turismo informado luego es libre de elegir si quiere promover productos importados o fabricados localmente.
Les pongo un ejemplo – unas señoras italianas vendiendo ropa «made in italy» de fabricas chinas o un chino vendiendo ropa de fabricación española que obviamente sale mas cara – donde comprarían? La ignorancia es un gran negocio.